Religiones y creencias

Religión y Creencias

La religión que ha caracterizado a Isla de Pascua desde siempre establece una serie de prohibiciones y preceptos, todos relacionados con aquello que consideran sagrado y que recibe el nombre de Tapu. La práctica religiosa que perdura en la isla hasta el día de hoy se llama Ivi Atua, y se basa en la inmortalidad del alma. Principalmente, consiste en que el espíritu de los antepasados acude en ayuda de sus herederos o familiares más cercanos en caso de que ellos lo requieran. Sus creencias se centran principalmente en Make-Make, el dios creador, el dios supremo y aquel que es omnipotente. El Mana es el poder mental, sobrenatural, espiritual y sagrado que compartían los jefes de las tribus, sus sacerdotes y hechiceros. En general, ese poder se podía utilizar para su uso benéfico o para dirigirlo contra un enemigo con el propósito de causarle daño. Incluso se dice que los antiguos pascuenses recurrieron a este poder síquico y sobrenatural para trasladar a los moai, gracias al cual las estatuas de piedra caminaron hasta su lugar de destino. Con respecto a la muerte, los pascuenses creían que, una vez desprendido del cuerpo, el espíritu rondaría por un tiempo a su familia antes de partir al mundo de los espíritus, muy lejos rumbo al oeste. Durante uno o dos años, el cuerpo del difunto permanecía envuelto en trozos vegetales. Tiempo después, ya concluida la descomposición, la calavera se desprendía y se grababa. Finalmente, los huesos se lavaban y se depositaban en una cámara de piedras donde el espíritu se encontraría con sus antepasados.

Sin embargo, la manifestación religiosa más importante es el culto al hombre-pájaro, también conocido como pájaro de la suerte. En idioma pascuense se le llama Manutara. No existe certeza respecto de la fecha en que se instituyó este evento, si a fines del siglo XVII o a comienzos del siglo XVIII. De todas formas, es una competencia ritual que se celebraba en el mes de septiembre en Orongo, una aldea ceremonial frente a los tres islotes que se encuentran en la isla. En el más grande y apartado de ellos, llamado Motu−Nui, los competidores se concentraban con mucha anticipación en las grutas, esperando a las aves. Triunfaba quien cogiera el primer huevo de un Manutara, un gaviotín pascuense. Una vez que lo encontraba, el afortunado lo transportaba a nado sobre su cabeza y lo entregaba a su señor, quien quedaba consagrado como hombre-pájaro. Tres días después, el huevo de Manutara se vaciaba, se llenaba con fibras vegetales y se colocaba sobre la cabeza del hombre-pájaro, donde debía permanecer durante un año.